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Nuestro Derecho a la Seguridad

Colocando a las mujeres refugiadas en el centro de la búsqueda de soluciones frente a la violencia de género.

La violencia de género es una grave violación de los derechos humanos y un serio problema de salud pública. La violencia de género (VG) refiere a toda amenaza o acto que acontezca en contra de la voluntad de una persona, que esté basado en diferencias de carácter social entre hombres y mujeres y que causa daños; también describe la violencia perpetrada contra mujeres, niñas, hombres y niños con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, así como contra individuos no binarios, ya que se rige por un deseo de castigar a aquellas personas que se considera desafían las normas de género. Se basa en la discriminación por motivos de género y en relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres.

La VG se manifiesta de diversas formas, entre ellas, violencias físicas, sexuales, psicológicas, de naturaleza socioeconómica, matrimonio forzado, negación de recursos, de oportunidades o servicios, en entornos digitales, mutilación genital femenina y trata de personas para su explotación sexual, incluida la esclavitud sexual, servidumbre doméstica o el matrimonio servil. Pueden ser cometidas en ambientes públicos o privados.

Los índices de reporte de la VG suelen ser bajos, pero se reconoce que ocurre en todos los contextos y sigue siendo una grave problemática en todo el mundo, incluyendo América Latina. En contextos de crisis humanitarias y desplazamiento forzado, el riesgo de sufrir violencia de género aumenta significativamente, afectando de manera desproporcionada a mujeres y niñas.

Una persona refugiada es aquella que se ha visto obligada a huir de su país de origen o residencia habitual por motivos de persecución, amenaza a la vida, libertad, o integridad física o violaciones a sus derechos humanos, derivadas de conflictos armados, graves desórdenes públicos o diferentes situaciones de violencia. La región de América Latina y el Caribe se enfrenta a dinámicas de desplazamiento forzado sin precedentes, que combina movimientos mixtos provenientes de distintos países, entre ellos de Venezuela, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Haití, Guatemala, entre otros.

62% de las mujeres encuestadas son refugiadas y migrantes venezolanas.

De acuerdo con estimaciones del ACNUR, se contabilizan en la región más de 19,9 millones de personas afectadas por el desplazamiento forzado. Es decir, de cada cinco personas desplazadas globalmente, una se encuentra en la región. Del total de personas desplazadas en las Américas, 37% son mujeres, 38% hombres, 12% niñas y 12% niños.

A pesar de que se reconoce la VG como un desafío que tiene un gran impacto en las mujeres forzadas a desplazarse en América Latina, es necesario comprender mejor la problemática y recopilar datos que informen la toma de decisiones basadas en la evidencia para el fortalecimiento de las intervenciones de prevención y respuesta. El desarrollo de esta evaluación regional sobre la VG es una acción clave para avanzar en el marco de las Direcciones Estratégicas 2022 – 2026 del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) , y la implementación de la Política del ACNUR para la prevención, mitigación de riesgo y respuesta de la VG (2020), al igual como la estrategia global y regional de HIAS.

Un 62% de las mujeres refugiadas encuestadas se sintieron inseguras o muy inseguras frente a la posibilidad de sufrir violencia de género en el momento del tránsito. En el destino, el 35% de las mujeres no se sienten seguras.
Un 62% de las mujeres refugiadas encuestadas se sintieron inseguras o muy inseguras frente a la posibilidad de sufrir violencia de género en el momento del tránsito. En el destino, el 35% de las mujeres no se sienten seguras.
  • 1008 mujeres encuestadas en 7 países

  • 46 grupos focales con mujeres y 324 participantes.

  • 6 grupos focales con hombres y 40 participantes.

  • 24 entrevistas en profundidad con mujeres refugiadas.

  • 126 entrevistas con informantes clave.

  • 522 personas participantes en total.

Países donde se desarrolló la evaluación: México, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, y Brasil.

92% de las mujeres encuestadas tienen un empleo informal en el país de destino.

Principales conclusiones de la evaluación:

El riesgo de sufrir violencia de género está presente en todo el ciclo de desplazamiento forzado y de movilidad humana, en el país de origen, tránsito y destino.

El tránsito es un momento de alto riesgo.

  • La principal manifestación de VG identificada en este momento es la violencia sexual (36%), seguida por la violencia psicológica (31%) y la física (13%).

El riesgo de sufrir violencia de género continua en el país de asilo.

  • En el destino, 34% de las participantes consideran que el principal tipo de VG que pueden enfrentar es la psicológica, seguida por la violencia socioeconómica (18%).
  • Existen factores que pueden exponer las mujeres a un mayor riesgo de VG, como la xenofobia (31%), la falta de oportunidades de empleo (19%) y el limitado acceso a la información (16%).
  • Los espacios públicos (54%) son identificados como el principal lugar de riesgo, seguido por el hogar (21%) y el trabajo (10%). En Brasil, los albergues son identificados como un lugar de riesgo de VG.

Las mujeres refugiadas tienen poco conocimiento de sus derechos y de los servicios disponibles en sus comunidades.

  • El 62% de las participantes no conocen cuáles son los derechos que tienen las mujeres refugiadas y en movilidad humana en caso de estar en riesgo de sufrir violencia de género, y 55% desconocen los servicios disponibles en sus comunidades. Esta brecha en el acceso a la información se suma como un factor que expone a un mayor riesgo a las mujeres refugiadas.

Existe un amplio marco normativo, pero aún hay barreras en el acceso a los servicios de respuesta de VG.

  • Los actores clave consultados hacen referencia sobre cómo se percibe al sector humanitario como el principal responsable del trabajo de prevención y respuesta a la VG en el caso de mujeres en movilidad humana.
  • Las mujeres refugiadas en riesgo de sufrir VG o sobrevivientes de VG no buscan apoyo, por temor al rechazo, a la estigmatización, a la detención, e incluso a la deportación. Además, temen por posibles represalias por parte de los agresores.
  • La xenofobia, la falta de documentación, barreras de idioma y falta de recursos económicos para poder desplazarse a los espacios donde se ofrecen los servicios, son variables mencionadas por las participantes como limitaciones en el acceso a servicios de respuesta de VG.
  • Los actores consultados hacen referencia a la necesidad de fortalecer los recursos humanos y financieros, al igual como las capacidades técnicas de las instituciones de respuesta a la VG.

La pandemia por COVID-19 ha aumentado los riesgos y ha afectado los servicios de prevención y respuesta de la VG.

  • La pandemia ha tenido un gran impacto en la situación social y económica de los países de América Latina. Las brechas de desigualdad ya existentes entre hombres y mujeres se agudizaron, y en el contexto de desplazamiento forzado esto puede llegar a tener un impacto mayor. Durante la pandemia el desempleo, el riesgo de desalojo, el recargo de las labores del hogar y de cuido, y los retos relacionados con la xenofobia, han expuesto a un alto riesgo a las mujeres refugiadas.

La violencia de género no afecta de manera homogénea a todas las mujeres refugiadas.

  • Las variables de discriminación interseccional conllevan a que mujeres de orientación sexual e identidad de género diversas, indígenas, jefas de hogar o viajando solas, con discapacidad o con una condición de salud y afrodescendientes, se enfrenten a un riesgo agravado frente a la VG.

 

Recomendaciones: Para estar más seguras, el 63% de las mujeres encuestadas indica que necesita apoyo para lograr autosuficiencia económica; el 50%, información sobre derechos y servicios; y el 50%, acceso al asilo y vías de regularización.

Además, es importante:

Fortalecer y apoyar a los sistemas nacionales de protección para sobrevivientes de violencia de género e incidir en la inclusión de la población forzada a desplazarse en los mismos.

Impulsar el trabajo y las alianzas con organizaciones de mujeres, en especial aquellas lideradas por mujeres desplazadas o que trabajan para esta población.

Involucrar a los hombres de las comunidades en la prevención de la violencia de género, a través de la promoción de masculinidades positivas.

Dar continuidad a los esfuerzos para que los actores humanitarios incorporen un enfoque transversal de mitigación de riesgos asociados a la violencia de género, en especial en los albergues de acogida.

Establecer mecanismos articulados de respuesta a las mujeres sobrevivientes de violencia de género, garantizando la provisión segura de servicios esenciales.